La alimentación, como el sexo, es una necesidad fisiológica. En ambos casos también sus múltiples dimensiones transcienden la mera necesidad ya que es central la apetencia y la búsqueda de placer. El apetito no es solo la expresión de una necesidad, es también deseo, la expectativa de disfrutar satisfaciéndola. El placer está estrechamente implicado en el acto de comer.
Los placeres alimentarios, como los sexuales, también se pueden recordar, y proporcionar placer en la evocación. Todo un conjunto de mecanismos psicológicos y simbólicos intervienen en el proceso y no resulta fácil delimitar el peso de cada uno de ellos.
atraconesEsta estrecha relación entre comida y placer tiene consecuencias a la hora de pensar en la alimentación. El ser humano suele adoptar actitudes ambivalentes ante el placer y ante la negación, es decir, la frustración del placer.

La privación de comer forzosa ha sido una de las formas que ha adoptado y en que se ha expresado la crueldad del ser humano, su capacidad de deseo y de castigo, de dominar y de oprimir. Negarse a comer es también una forma de autolesionarse o de negarse a vivir, al igual que lo es comer de forma desmesurada.

A menudo se observa que el perfeccionismo y la capacidad de poner mucho empeño en aquello que uno se propone son rasgos que se encuentran en un gran número de casos de pacientes que utilizan la alimentación como placer o medio de control.
Tanto la restricción alimentaria, la obesidad, el sobrepeso, la bulimia o la hiperfagia compulsiva entrañan muchos riesgos físicos y psicológicos, todos ellos rompen el equilibrio natural en la relación con el alimento, una vez que se ha roto ese equilibrio la regulación normal de la ingesta y del peso resulta difícil, por lo que es necesario acudir a especialistas (psicólogos, nutricionistas, endocrinos, etc.) ya que necesitan un reaprendizaje de la alimentación.
La baja autoestima es una de las características que se relacionan frecuentemente con este tipo de trastornos. Una autoestima baja predispone a valorarse y medirse según la opinión de los demás y sin duda esto favorece la adopción de marcadores erróneos acerca de nuestro aspecto físico o de nuestra valía, entrando en un bucle del que nos resulta difícil salir. Una de las claves es querernos y aceptarnos para después poder empezar un cambio. Tener una autoestima baja es un factor de riesgo pero tener una autoestima poderosa no exime tampoco de todo riesgo.
Las explicaciones de la restricción alimentaria y la ingesta compulsiva son variadas y de muy distinto orden. Pueden ir desde un deseo de purificación o desintoxicación física, desde perspectivas médicas y dietéticas, o puede responde al deseo de ser más atractivo, de ser querido o de ser aceptado.
felizLa razón principal es el deseo de control, sobre sí mismo y sobre el entorno, pero lo que no sabemos es que no es real y a lo que nos lleva es a un ciclo biológico y psicológico muy difícil de controlar. Lo que debemos hacer es afrontar aquellos aspectos de nuestra vida que no nos gustan o no nos satisfacen, ya que si no los solucionamos recurriremos a la alimentación como control y búsqueda de placer y si percibimos que nos faltan recursos acudir a los profesionales, en especial los psicólogos, que nos acompañaran para que lo podamos conseguir y tomemos un control real de nuestra vida.
 

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