Cuando nos planteamos perder peso nos enfrentamos a varios retos, renunciar al placer de comer ciertos alimentos, hacer ejercicio, planificar nuestra alimentación y al reto de cuestionar nuestras creencias, entre otros. Cuestionamos nuestras creencias acerca de nuestra capacidad para conseguir lo que nos proponemos, acerca de nuestra valía, nuestros refuerzos, nuestros premios, lo qué somos y lo que queremos ser, etc.
Por esto es importante entender que las creencias, no son certezas, aunque estén muy arraigadas y dirijan nuestra vida y por lo tanto pueden cambiar.
Para entender un poco más sobre las creencias es importante conocer cómo funciona nuestro cerebro con una metáfora:
En el país de la mente, encontramos diferentes provincias en las que habitan un gran número de personajes, algunos bien conocidos y otros más extraños.
En él se encuentra la provincia de la imaginación, compuesta por fantasía y la creatividad, es una provincia muy fértil y productiva, pero todavía es un territorio sin explorar; desconocida para muchos y por lo tanto como todo lo desconocido nos provoca cierto miedo.
Los habitantes llamados pensamientos son rápidos y fugaces, a veces casi invisibles por la velocidad con la que aparecen y se esfuman, dejando tras de sí un rastro en el cuerpo al que llamamos emociones, sus hijas.
En general, podemos decir que hay pensamientos adecuados, cuyas hijas son las emociones positivas y agradables, mientras que sus primas, las desagradables (angustia, tristeza y enfado) son descendientes de los pensamientos inadecuados.
En una de las provincias de la mente habita un grupo de seres, imprescindibles para la buena marcha del conjunto, pues constituyen los criterios motores del país y engendran esos frutos tan diversos a los que llamamos pensamientos, a pesar de lo cual son poco conocidos: allí conviven las certezas, hijas de la experiencia personal, objetiva y contrastada, con las convicciones, que se instalan sobre los razonamientos y demostraciones lógicas, y con sus hermanas menores, menos conscientes pero mucho más abundantes: las CREENCIAS.
A diferencia de sus familiares, éstas últimas no se basan en ninguna demostración, ni lógica ni experimental, pero gozan de sus mismas capacidades en cuanto a regir el rumbo de los pensamientos y las decisiones. Al ser tan escasas las certezas y convicciones, y a pesar de que las creencias tienen menos fuerza, éstas se han ido extendiendo desde la infancia y han llegado a ocupar una vasta región dentro del bosque mental, acotando un feudo y actuando como si fuesen sus hermanas mayores, sin serlo.
Como veis existe un territorio muy grande y algunas zonas nos resultan desconocidas y no hemos entrado nunca a trabajar. Pero ese territorio está y nos puede ayudar a conseguir muchos objetivos o retos, entre ellos la pérdida de peso.
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