DIFERENCIA ENTRE HAMBRE Y ANSIEDAD
Este post nos aporta unas claves para aprender a diferenciar qué es hambre y qué es ansiedad, o mejor dicho ansia. Resulta de vital importancia aprender a diferenciarlo para poner en marcha las soluciones adecuadas y acudir a los profesionales adecuados.
Es normal que confundamos ambos conceptos, en especial el de hambre. En el diccionario de la Real Academia Española se define la palabra hambre como: gana y necesidad de comer.
Nosotros queremos hablar de la distinción entre hambre y ansia por comer, es decir entre necesidad y ganas.
El hambre es un instinto primario que nos ayuda a la supervivencia, lo sentimos en el estómago y es nuestro cerebro el que se encarga de que lo clasifiquemos como tal.
Necesitamos alimento para sobrevivir, por lo tanto, si hemos comido despacio (durante 20 minutos), unas cantidades de alimento estándar (marcadas por un nutricionista o raciones de un menú del día) y aún queremos seguir comiendo entonces hablaríamos de ansia. Si además en lo que pensamos es en un alimento en concreto y sólo pensamos en eso, no podemos quitarlo de nuestra cabeza y además si comemos otra cosa continuaremos pensando en ello y no pararemos hasta que nos lo comamos entonces hablaremos de ansia.
También debemos mirar el contexto o la situación en la que nos encontramos, es decir, si estoy en la frecuencia horaria en la que suelo comer y/o si han pasado más de 3 horas desde mi última comida hablaríamos de hambre.
Si por lo contrario estoy aburrido, enfadado, estresado, cansado o con cualquier otro tipo de emoción desagradable entonces será ansia. Ansia de mi organismo por recuperar mi homeostasis, o lo que es lo mismo, el bienestar. Si esto es lo que nos sucede deberemos buscar alternativas para aprender a manejar situaciones y emociones.
Y para las situaciones en las que aún así dudéis os recomiendo que os preguntéis: “¿Me comería una manzana en esta situación y bastaría para encontrarme mejor?” Si la respuesta es que sí, adelante cómete una manzana. Si la respuesta es que no, presta atención a tu cuerpo, detecta la fuente de malestar y ponte manos a la obra.
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