El tratamiento del sobrepeso y la obesidad a través de una alimentación saludable y el ejercicio físico regular siguen siendo claves para alcanzar la menopausia en óptimas condiciones. Aproximadamente el 30% de las mujeres postmenopausicas padecen osteoporosis en Estados Unidos y en Europa y al menos el 40% de ellas sufrirán una o más fracturas debido a la fragilidad ósea. De ahí que el calcio sea uno de los nutrientes de mayor interés en el abordaje nutricional de estas mujeres. La recomendación diaria de calcio varía entre los 700 y 1200 mg/día y las fuentes dietéticas las más adecuadas para suplirlas. Sin embargo, la suplementación no debe estar descartada en aquellos casos en los que el consumo de este nutriente no pueda ser cubierto por la dieta. Ingestas por debajo de lo recomendado puede incrementar el riesgo de fractura por fragilidad.
Estrechamente relacionada con el metabolismo del calcio está la vitamina D es otro de los nutrientes de interés. En este sentido, se ha observado que los niveles séricos de la 25-hidroxivitamina D son un predictor dominante de la densidad mineral ósea relacionado con la ingesta de calcio. Están tan estrechamente relacionados que la suplementación de calcio solo muestra efectos cuando es combinada con vitamina D.
Tras el cese de la actividad folicular existe una alteración de las concentraciones de eicosanoides, dando lugar a un aumento del riesgo cardiovascular. En este sentido, se ha podido observar que los AGPω3 tienen efectos beneficiosos sobre la enfermedad cardiovascular particularmente sobre la reducción de los triglicéridos por lo que un adecuado consumo a través de la dieta o suplementado podría reducir la elevación de los triglicéridos muchas veces causados por las terapias de reemplazo hormonales orales.
En edades más avanzadas la clave estará en evitar la fragilidad de la mujer adulta mayor para mantener el contenido de masa muscular y reducir el riesgo de sarcopenia y el riesgo de mortalidad. La desnutrición es uno de los principales riesgos de salud presentes en mujeres de edad avanzada. En este sentido, la desnutrición se encuentra relacionada con periodos de pérdida de apetito o deficiencia energética. 
Una de las principales deficiencias nutricionales encontrada en las mujeres de edad avanzada es el bajo consumo de proteínas. En este sentido, el envejecimiento está asociado a una gradual y progresiva pérdida de masa muscular, fuerza y resistencia del músculo. 
Una alimentación adecuada que garantice una cantidad apropiada de proteínas de alto valor biológico limitará el deterioro de la masa muscular, de la fuerza así como de su funcionalidad. El adecuado suministro de energía y nutrientes, combinado con ejercicio físico regular, se considera la estrategia idonea de mantener la integridad muscular.
Por lo tanto, se debe alentar a las mujeres a que dejen de fumar, a que tengan una dieta sana y equilibrada rica en fibra, frutas y verduras, y a que hagan ejercicio regularmente, con el objetivo de prevenir el aumento en la mediana edad del peso corporal, mejorar la composición corporal y preservar su masa muscular.

En resumen, nutrientes como proteínas de alto valor biológico, calcio, vitamina D, ácidos grasos omega 3, entre otros, tienen un papel fundamental relacionado con la problemática nutricional de las mujeres con menopausia y de edad avanzada. La cobertura de las ingestas recomendadas y buenos hábitos de vida garantizarán llegar a estas etapas de la vida en óptimas condiciones que mejoren el riesgo de padecer enfermedades relacionadas con la pérdida de la función ovárica y el proceso natural de envejecimiento de las mujeres.

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