En las últimas semanas, este pescado, de nombre científico Pangasius hypophthalmus, ha desatado una gran polémica en nuestro país debido a que una cadena de supermercados lo ha retirado de su oferta por diversos motivos.

El panga es un pescado blanco que puede alcanzar, en su fase adulta, casi un metro y medio de longitud y cuarenta y cuatro kilogramos de peso. Aunque su origen está en los río Mekong y Chao Phraya fundamentalmente, en la actualidad su presencia se ha extendido a lo largo de otros muchos, especialmente vietnamitas, donde han sido introducidos para su producción mediante acuicultura.
En los últimos años, su consumo en Europa en general y en España en particular, se ha multiplicado especialmente en centros de restauración colectiva con presupuestos normalmente muy ajustados como comedores escolares, hospitales y residencias geriátricas debido a tres motivos fundamentales:

  • Es muy fácil de filetear, preparar y conservar. Además, se le puede someter a diferentes técnicas de cocinado como el vapor, horno o fritura.
  • No presenta a penas espinas, lo cual hace que sea especialmente cómodo para niños y ancianos.
  • Es muy económico. Este último hecho ha propiciado que su consumo desde el inicio de la crisis económica se haya disparado.


A pesar de estos motivos que en un principio incitarían a su consumo, hay diversos aspectos que promueven justo lo contrario.
En primer lugar, de tipo medioambiental. Debido al gran incremento que ha experimentado el consumo de este pescado a nivel mundial, su producción se lleva a cabo en zonas donde viven masificados. En ellas, se les engorda rápidamente a partir de harinas de pescado, soja, mandioca y vitaminas y se les suministran hormonas y antibióticos.
Si esto no fuera suficiente, el hecho de tener tantos individuos aglutinados genera un aumento notorio de las excreciones y del consumo de oxígeno del agua reduciendo inevitablemente la calidad tanto de la misma como del propio pescado.

A pesar de esto, todos los análisis a los que han sido sometidos han determinado que los niveles de tóxicos (por ejemplo, mercurio y pesticidas) encontrados en estos pescados no alcanzan niveles que supongan un riesgo para los consumidores, incluso para aquellos más vulnerables como niños y ancianos.
En segundo lugar, de tipo Medioambiental. En este sentido, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) publicó a raíz de este debate una reseña en la que comunicaba que todo pescado comercializado en España es sometido a controles fronterizos en los que se les exige el cumplimiento de la legislación europea. De esta manera, aseguran que si se encontrara en alguna de las muestras alguna sustancia prohibida o no autorizada se tomarían medidas para salvaguardar la seguridad del consumidor.

Por último, a nivel nutricional el panga no resulta una buena fuente de ácidos grasos insaturados (entre los que se encuentran los omega 3) al tratarse de un pescado blanco y ser estos más abundantes en los azules como el salmón. Además, si analizamos su aporte proteico también hay otros pescados blancos como la merluza con un contenido muy superior.
Por tanto, se puede concluir que el panga no es la mejor manera de consumir pescado, pero que su consumo no supone un riesgo para la salud.

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