Una de las principales preocupaciones que tenemos a la hora de plantearnos que queremos cambiar nuestra alimentación para bajar de peso o, simplemente, para estar más sanos es que vamos a dejar de disfrutar con la comida.
Entre otros motivos, esto ocurre porque estamos acostumbrados a que comer sano o bajar de peso tradicionalmente ha estado ligado a dietas super restrictivas basadas en muy poca variedad de alimentos y técnicas de cocina.
Por eso, este post va destinado a explicar las diferentes técnicas de cocina que nos pueden ayudar a conseguir nuestro objetivo y a dar ideas para sacarles el máximo partido a cada una de ellas.
Plancha: Es la técnica de cocinado por excelencia de las dietas. Es cierto que es rápida y cómoda pero las preparaciones pueden llegar a resultarnos sosas y aburridas. Los alimentos que mejor quedan son las carnes, los pescados de carne dura como el rape y algunas verduras. Para que se resequen lo menos posible conviene que la plancha esté bastante caliente y, en vez de poner aceite sobre ella, pulverizarlo sobre el alimento. De esta manera se creará una costra sobre el producto que dificultará que pierda su propia agua.
Un ejemplo de receta mediante esta técnica son las brochetas de emperador con gambas y tomates cherry. Las podemos acompañar de una parrillada de verduras.
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Horneado: Esta técnica engloba a su vez otras como el papillote, el baño maría o el microondas. Al igual que ocurre en la plancha, estos métodos de cocinado tienen la ventaja de que no aportan calorías a los alimentos, pero quedan mucho más jugosos ya que la aplicación de calor es constante y homogénea. Otra ventaja de estas técnicas es que nos permiten realizar varias preparaciones de manera simultánea y no requiere que estemos continuamente pendientes. Algunos de los alimentos que mejor quedan con esta técnica son los pescados azules como el salmón o las carnes de mayor tamaño.
Un ejemplo de receta mediante esta técnica es el pavo relleno de melocotón o chips de verduras especiadas, una maravillosa alternativa a las patatas fritas de bolsa.

Vapor: Esta técnica consiste en cocinar los alimentos con el vapor que desprende el agua en ebullición. Entre sus principales ventajas está de nuevo el hecho de que no aporta calorías extra a los alimentos, que estos quedan jugosos y que se minimiza la pérdida de nutrientes y de color lo que hace los platos mucho más atractivos. Aunque hay utensilios denominados vaporeras específicos para estas preparaciones, también podemos utilizar un colador. Algunos de los alimentos que mejor quedan son las verduras, los mariscos y las carnes o pescados menos grasos.
Un ejemplo de receta mediante esta técnica son los berberechos al vapor.
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Salteados y Wok: Su principal ventaja es que nos permite preparar alimentos en mucho menos tiempo que la plancha tradicional. Esto, a parte de ser una ventaja en sí mismo debido al ritmo vertiginoso que llevamos en la mayoría de los casos, se traduce en otras dos. Por un lado, los alimentos pierden muchos menos nutrientes y agua y, por otro, es una técnica más económica pues supone menos gasto energético. Además, se pueden preparar casi todos los alimentos, lo que nos permite obtener platos completos en muy poco tiempo, usando poco aceite y sin manchar demasiados cacharros.
Un ejemplo de receta mediante esta técnica es el salteado de fideos de arroz con verduras, tacos de pollo y salsa de soja baja en sal.
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Rehogado: Es una técnica muy similar a las anteriores pero que se diferencia de ellas en que se cocinan los alimentos a menor temperatura para que se hagan en su propio jugo. Es una técnica muy práctica para preparar los alimentos que posteriormente se van a guisar y tiene como principal ventaja la menor destrucción de nutrientes más sensibles al calor como las vitaminas. Se suelen rehogar fundamentalmente verduras como la cebolla, el tomate, el ajo o los puerros.
Un ejemplo de receta mediante esta técnica son las acelgas rehogadas con ajo, jamón y pimentón.
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Hervidos, escalfado y escaldado: Estos tres métodos tienen en común que en todos ellos el alimento se cocina en agua y se distinguen por la temperatura de ésta (mayor en hervidos y escaldados) y el tiempo de cocinado (menor en escalfados). Son probablemente las técnicas más ligeras ya que no precisan nada de aceite y aunque se corre el riesgo de que las vitaminas se pierdan en el agua de cocción esto no sería mayor problema si luego utilizamos esa agua para hacer caldos o guisos. Otra ventaja de estas técnicas es que mejoran notablemente la digestibilidad de los alimentos por lo que son muy útiles cuando se tengan problemas digestivos.
Un ejemplo de receta mediante esta técnica son las tostas de pan integral con huevos escalfados sobre tartar de salmón y aguacate.

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