La vitamina D es muy necesaria para nuestro organismo. Se encarga de la fijación del calcio y otros minerales a nuestros huesos. Nuestro organismo la fabrica a través de la exposición a los rayos solares. Sin embargo, el sol también se considera, cada vez más, un enemigo de nuestra piel. El uso de protectores solares, ha provocado un déficit de vitamina D en la población y han aumentado los casos de enfermedades óseas.
Los dermatólogos, hacen especial hincapié en que nos tenemos que proteger de los rayos solares, pero no tienen en cuenta los beneficios que éstos nos proporcionan. El principal es que gracias a los rayos solares, nuestro cuerpo fabrica vitamina D, que es utilizada por el organismo para incrementar la concentración de calcio y favorecer el depósito de este mineral en los huesos y el remodelado de nuestro esqueleto. El sol nos ayuda a mantener nuestros huesos sanos.
Lo que está ocurriendo, según los expertos, es que ahora tratamos de cuidarnos tanto de los rayos solares, que la exposición se ha vuelto mínima y ha generado que haya un aumento en las enfermedades relacionadas con la falta de vitamina D. Por ello, la Sociedad Española de Bioquímica Clínica y Patología Molecular (SEQC) realizó una monografía llamada: “ Vitamina D: una perspectiva actual”, en la que repasan las consecuencias de un déficit en esta sustancia.
En el cuerpo humano, existen dos fuentes de vitamina D: la D2 y la D3. La D2 se adquiere a través de los alimentos, y la segunda y más necesaria, se consigue a través de los rayos del sol. A este proceso, se le denomina fotobiogénesis. El tiempo que tarda la síntesis de la vitamina D, depende de la edad, (se tarda más cuanto mayor es el individuo), del lugar en que se vive, las costumbres y la tonalidad de la piel que en contra de lo que se piensa, cuanto más oscura es, mayor tiempo de exposición al sol se necesita para sintetizar vitamina D.
Según la SEQC, otros factores que limitan la exposición cutánea a la luz solar son las condiciones meteorológicas o geográficas desfavorables, la polución atmosférica o la vestimenta. Los expertos afirman que las personas que viven en grandes ciudades o que han estado hospitalizadas por mucho tiempo también son propensas a carecer de vitamina D, pues no reciben la luz del sol.
«Edificios altos que impiden la llegada de los rayos solares a la superficie, la escasez de espacios abiertos suficientemente soleados, la contaminación atmosférica con capacidad para bloquear la radiación ultravioleta efectiva para sintetizar la vitamina D, y un hábitat propio con viviendas oscuras favorecen el desarrollo de estados carenciales de la vitamina«, señala la monografía.
La vitamina D2 se encuentra en muy pocos alimentos, lo que significa que tampoco es suficiente para satisfacer las necesidades del cuerpo. Apenas puede mencionarse alimentos que contengan altas cantidades de vitamina D: pescados azules, la yema de huevo y las setas shiitake (más información sobre el Shiitake aquí), enumera la SEQC.
Buscar el sol: más tiempo al aire libre
Sol-OtoñoEl estudio arroja entre sus resultados que el déficit de la vitamina D aumenta durante el invierno en un 40% en adultos, motivo por el que las personas deben pasar más tiempo al aire libre en esta época del año, además de consumir pescado y complementos vitamínicos recomendados por un médico.
Durante el verano no hay que dejar de usar el protector solar, pero los especialistas recomiendan colocarlo un poco después de haber estado expuesto al sol, de esta forma, habrá un periodo de 15 o 20 minutos en los que la piel reciba directamente los rayos. Cada piel es distinta y el tiempo de la síntesis varía, por lo que es recomendable acudir a un dermatólogo para que nos oriente.
osteomalaciaLa carencia de vitamina D ha traído de vuelta enfermedades que ya se tenían controladas en países desarrollados como el raquitismo y la osteomalacia, de acuerdo con la investigación. El raquitismo, enfermedad infantil, determina un retraso de crecimiento y el desarrollo de deformidades óseas graves. En el caso de los adultos puede ocurrir lo mismo, pero lleva por nombre osteomalacia. Aquí, existe una pérdida considerable de masa ósea que trae como consecuencias posibles caídas y fracturas graves.
 

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