La sexualidad es una dimensión de la personalidad que engloba los procesos fisiológicos y psicológicos inherentes al desarrollo sexual y a las respuestas sexuales del individuo, tanto en hombres como en mujeres. Aunque a nivel fisiológico se dé la respuesta sexual, a nivel psicológico, esta depende de factores socioculturales y de las propias características psicológicas: imagen corporal, autoestima y experiencias pasadas, que influyen de manera decisiva para llegar a una satisfacción sexual. Carnes menciona que para que las relaciones sexuales sean satisfactorias, la persona se tiene que sentir merecedora, atractiva y positiva con respecto a ella misma.
Aunque la obesidad influye en la imagen corporal de las mujeres obesas, existen factores de tipo social, como los estereotipos de belleza y la cultura de la delgadez, que determinan más la imagen corporal. En la sociedad actual, la persona obesa es juzgada como físicamente menos atractiva, carente de voluntad y conducta,esto lleva a que muchas personas obesas desarrollen una imagen corporal negativa, caracterizada por: preocupación estresante y dolorosa por su apariencia, timidez y vergüenza. La insatisfacción con la imagen corporal en la obesidad no solo es una motivación frecuente para intentar bajar de peso, sino también puede ser motivo de un importante y significativo impedimento y malestar crónico, ya que influye en los pensamientos y conductas que repercuten en la calidad de vida de quien la padece.
De este modo, la sexualidad de una persona puede relacionarse con su obesidad de muy distintas maneras. Si bien el contacto sexual con otra persona puede deparar altos niveles de placer, el deseo frustrado ocasiona también mucha insatisfacción; y si esta se mantiene durante largo tiempo, se tiende a buscar otra satisfacción que, aunque de manera imperfecta, la compense. Son muchos los placeres que se pueden exagerar con tal de amortiguar la insatisfacción sexual, y uno de ellos es el placer de comer, muchas personas utilizan la comida como satisfactor de necesidades que nada tienen que ver con lo nutricional.
El miedo a establecer una relación afectivosexual puede provocar que, a nivel inconsciente, algunas personas se permitan engordar o no sean eficaces en sus intentos por adelgazar, para, de esa manera, resultar menos atractivas para los demás y así se dificulte la relación sexual que tanto temen, incluso aunque la deseen. Esto puede ocurrir en mujeres que tienen pareja o en chicas jóvenes con miedo a iniciarse en el mundo de la sexualidad activa. Este miedo puede deberse a historias truculentas relacionadas con el sexo, ya sea que las hayan vivido o que les hayan sido transmitidas por la generación anterior; o bien, puede deberse al deseo de permanecer en la infancia inconscientemente y, por lo tanto, postergar el ingreso en la vida adulta, por miedo a perder la protección y el contacto afectivo con los padres.
En estos pacientes, la obesidad constituye un“refugio seguro”, y la alternativa de mostrar una figura atractiva despierta en ellas una sensación de peligro, motivado por el temor de perder el control de sus impulsos, un temor proyectado a sus posibles relaciones y ante el cual la obesidad parece tranquilizadora, pues oculta las formas femeninas masculinas atractivas.
Como enuncia Gotwald y Goleen, “la salud sexual interviene en el bienestar tanto físico como mental del individuo”.Por ello, la obesidad no debe ser una condición que impida realizar una conducta sexual satisfactoria.Hoy en día, el tratamiento de la obesidad debe ser integral, con la participación del nutricionista, el psicólogo y el médico, pues es preciso atender por igual los aspectos biológicos, psicológicos, sociales y la conducta sexual del paciente obeso.