El estilo de vida sedentario es una tendencia cada vez más arraigada en nuestra sociedad. Según un estudio de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, un estilo de vida sedentario durante 20 años duplica el riesgo de muerte.
Estamos al corriente de los beneficios que aporta incorporar la actividad física a nuestro día a día, pero muchas veces no sabemos ni por dónde empezar. Te propongo comenzar con un sencillo cambio que contribuirá a que seas más activo y con el que puedes conseguir múltiples beneficios: subir y bajar escaleras.
Siempre vamos con prisas de acá para allá, y se ha establecido como norma el uso del ascensor. ¡Incluso para una sola planta!
Una de las ventajas del cambio del ascensor por las escaleras es que no se requiere ningún tipo de material para practicarlo. Y, además, ¡es gratis!
Puedes empezar por las escaleras de tu casa, lugar de trabajo, o del centro comercial. Hay multitud de espacios en los que ponerlo en práctica, y en alguno de ellos incluso ganarás tiempo. Ya no hay excusas.
En las escaleras mecánicas, no te quedes parado. Súbelas mientras te desplazas con ellas. Con un poco de constancia pronto empezarás a ver que puedes prescindir de ellas y te animarás a subir por las normales.
Estos son algunos de los beneficios que te aporta este cambio:
– Mejora la frecuencia cardiaca.
– Reduce los niveles de colesterol ldl (malo).
– Aumenta la capacidad respiratoria.
– Reduce los niveles de azúcar.
– Fortalece músculos y articulaciones.
– Reduce la probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares y metabólicas.
– Previene lesiones.
– Favorece el equilibrio y la elasticidad.
– Mejora el retorno venoso y linfático.
– Aumenta el gasto calórico y elimina celulitis.
Todos estos factores sumados contribuyen a un aumento de la esperanza de vida. Como puedes ver: todo son ventajas.
Sin embargo, llegados a este punto, surgen las siguientes preguntas:
¿Entonces ya no puedo/debo usar el ascensor?

Si, por supuesto.
Pero podemos dejarlo solo para esas situaciones en las que no se pueden usar las escaleras. Por ejemplo:
– Tener una lesión o enfermedad que no lo permita.
– Que vayamos cargados con mucho peso.
– Incluso cuando la altura a subir es muy elevada. En este caso podemos combinar el uso del ascensor con las escaleras.
¿Y cuándo voy con los niños?
Muchas veces es complicado ir con ellos por las escaleras. Pero si logramos hacérselo divertido (por ejemplo; contando escalones en diferentes idiomas, realizando pequeños juegos o retos…), poco a poco conseguiremos animarlos a subir con nosotros. Ellos copian todo lo que hacemos y esta es una buena forma de que adquieran el hábito desde pequeños.
Sin embargo, no debes quedarte solo aquí. Este es el primer paso para ir incorporando más actividad física a tu día. Además de este cambio te propongo que camines siempre que puedas y que elijas alguna otra actividad que te guste y te haga sentir mejor. Al incrementar la actividad física diaria notaremos que nuestro estado físico, y también anímico, va mejorando poco a poco. De esta forma estaremos preparados para incorporar otra serie de actividades o ejercicios de mayor complejidad.
 

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