El creciente desarrollo de los países industrializados ha dado lugar a una población con una mayor esperanza de vida. Además, los avances socio-sanitarios nos han permitido prolongar la vida media de la población que cada vez es mayor; además un mayor estado de concienciación promueve el interés de cómo los factores ambientales pueden jugar un papel esencial en el desarrollo de nuestras vidas, destacando cómo una buena nutrición o educación nutricional (dentro de un grupo tan heterogéneo) puede prevenir estados carenciales que a su vez podrían prevenir alteraciones orgánicas importantes u otras patologías.

Principales alteraciones en el anciano

Alteraciones del sistema inmune
Úlceras por presión
Anemia
Caídas
Deterioro cognitivo
Osteopenia
Sarcopenia
Descenso de la capacidad respiratoria

Los requerimientos del anciano no deberían variar mucho con los del joven adulto, salvo que haya requerimientos especiales por patologías de base, lo que puede hacerles más susceptibles a trastornos nutricionales.
Por tanto, definir cuáles son las necesidades nutricionales en la vejez es difícil ya que además de cambios fisiológicos coexisten factores psicológicos, económicos y sociales que pueden alterar los hábitos alimenticios del individuo y dar lugar a ingestas inadecuadas en determinados nutrientes e incluso a una malnutrición. De todos los nutrientes, deberíamos prestar atención a los siguientes:

  • El consumo de proteínas. Una ingesta insuficiente en proteínas puede estar relacionada con la aparición de síntomas de deficiencia en ácidos grasos esenciales e hipoalbuminemia, que puede alterar el transporte sanguíneo de determinados fármacos
  • Fibra (frutas, verduras y cereales integrales). Muchos de los trastornos digestivos frecuentes en la vejez, tales como úlcera péptica, estreñimiento, gastritis, gastroenteritis, y diverticulosis intestinal, pueden mejorarse con una cantidad adecuada/suficiente de fibra, que está estimada en 15-25 g/1000 kcal.
  • Vitaminas como D, B2 y B12 están en bajos niveles en los ancianos, afectando a la fijación del calcio, infecciones gastrointestinales y trastornos neuro-psiquiátricos respectivamente.
  • Minerales como el Calcio y el Magnesio ya que sus déficits están asociados a la aparición de osteopenia/osteoporosis y fatiga crónica respectivamente.

De todo lo anterior podemos determinar que una buena alimentación así como una práctica deportiva regular aportaría numerosos beneficios en el anciano. Sin embargo, no podemos olvidar que sus tomas siguen siendo un momento de placer y entretenimiento no un mero trámite a seguir, por lo que los platos deben resultarles apetecibles y variados; donde realizar las comidas en un ambiente tranquilo y acompañados de sus seres queridos también fomentaría una relación psicológica positiva con la comida.

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