Los obesos, no son culpables de serlo. La obesidad, no depende de la falta de voluntad de la persona que la padece es decir, las personas obesas, no son más perezosas que las delgadas.
Uno de los “San Benitos” que se les cuelgan a las personas que padecen sobrepeso, es que están gordas porque son perezosas y no se mueven. Eso es tan injusto como decir que las personas parapléjicas se han quedado así, porque no querían andar.
Es muy grave el acoso, y discriminación que sufren las personas con sobrepeso y casi nadie se para a pensar en si es cierto o no este prejuicio.
El gordo, no es perezoso
Una de las etiquetas más comunes que se le asignan a las personas obesas es que son perezosos, pero nada más lejos de la realidad.
A una persona obesa, le cuesta mucho más trabajo moverse que a cualquier persona delgada. No es lo mismo mover un cuerpo de 60 kilos que uno de 90 kilos y realizar las tareas cotidianas que todos hacemos, para ellos representa quemar más calorías que nosotros… La falta de actividad física, no es lo que ha hecho que tengan sobrepeso, sino más bien, al contrario: cuando una persona tiene sobrepeso, lógicamente se produce una disminución en el ejercicio físico que hace el individuo, afirmación que se demostró en un estudio publicado en Archives of Disease in Childhood. Otro impedimento que tienen las personas con sobrepeso, sobre todo las mujeres, es que la falta de aceptación por parte de la sociedad, les supone una barrera más para practicar ejercicio al aire libre o en un gimnasio.
Una investigación de la Universidad de Yale, demostró que las personas obesas, tienen mucha fuerza de voluntad y son capaces de sacrificarse a diario con tal de perder peso. Pero muchas veces, su problema es que no se ponen en manos de un médico.
Las causas que conducen a un individuo a la obesidad son muy variadas. No solo es que coman en exceso. Es una dolencia multifactorial que en ningún caso, es responsabilidad del que la padece. Pero el que la sociedad prejuzgue de forma común a las personas obesas y les responsabilice de su situación, revela que hace falta invertir mucho en educación para hacer que esto cambie en la sociedad. El confundir la causa con el efecto, es decir, no saber cuál es el orden de los acontecimientos, es un error que conlleva a un prejuicio injusto. Hay que comprender que una menor actividad física en niños y adultos con exceso de peso, es la consecuencia lógica de la dificultad que supone movilizar un cuerpo más pesado, y no la causa.
¿Dónde nace el mito que une irremediablemente a la pereza con la obesidad?
Según un estudio realizado por Sawbridge y Fitzgerald en la Universidad de Edimburgo en 2009, la concepción de la gran parte de la sociedad es que el sobrepeso es culpa del que lo padece surgió en el periodo de la Ilustración. Se originó por tres pensamientos de esa época:
1º- La obesidad es producto del consumo desmesurado de alimentos
2º-Las personas con obesidad presentan una moral sospechosa
3º- El cuerpo es una representación del alma.
En el siglo XVIII se ampliaron estos conceptos y se difundieron a través del boom literario de la época y los medios de comunicación, y generaron esta injusta estigmatización que las personas obesas sufren en la actualidad.
Un prejuicio con un amplio calado en la sociedad.
Hay diversos estudios publicados entre los años 2002 y 2008 que confirman que el prejuicio de que las personas obesas son perezosas está presente en todas las edades, tanto en niños como en adultos, pero esto ocurre incluso entre las personas más cercanas como pareja, pares, hijos o amigos íntimos, lo que supone algo muy perjudicial y doloroso para el afectado.
Pero lo más grave, es que además, el personal sanitario, también tiene este prejuicio. En 1987 un estudio examinó las actitudes que los médicos mostraban hacia sus pacientes con sobrepeso, y se observó que muchos de los médicos, tenían percepciones estereotipadas con respecto las personas obesas, en que les valoraban a simple vista como personas sin autocontrol, poco motivadas y perezosas.
Para los autores de ese estudio, estas injustas actitudes negativas y ambivalentes reflejan una clara falta de conocimientos y competencias en relación a la obesidad. Tal y como ha detallado el recién publicado ‘Libro blanco de la nutrición en España’, la formación en nutrición en las carreras sanitarias «ha sido y sigue siendo, dentro de los nuevos planes de grado, muy deficitaria». Asimismo, se detalla que «la falta de dietistas-nutricionistas en las instituciones sanitarias, tanto de atención primaria como hospitalaria, o en la Salud Pública, tiene consecuencias muy perjudiciales para la salud de la población y aumenta los costes sanitarios»
Consecuencias
Cualquier prejuicio es peligroso, y el pensar, a simple vista que una persona tiene falta de voluntad, sólo por padecer una dolencia, es algo que se debería erradicar de la opinión popular. La persona con sobrepeso, tiene muchas más posibilidades de sufrir exclusión social o discriminación tanto en la infancia como en la edad adulta. La percepción de rechazo que reciben de la sociedad, les produce un extraordinario sufrimiento siendo este prejuicio emocional lo que algunos autores han considerado que para las personas con obesidad es el aspecto más doloroso de la enfermedad.
Lo peor para ellos, es el rechazo que sienten por parte de sus personas más cercanas, pareja, familiares, amigos, hijos o padres, que miran a su ser querido obeso, con la idea de que si está así, es porque quiere. Esto hay que cambiarlo de forma urgente, y no sólo en el ámbito familiar. El que esto suceda en el personal sanitario, es un error mucho más grave viniendo de una persona que se supone tiene ciertos conocimientos sobre el tema y que si se para a pensarlo dos veces, debería saber que el problema de la obesidad, no está en la voluntad del que la padece, sino en problemas orgánicos que sí son de su competencia y debe ayudar a curar sin prejuzgar.
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