Se calcula que en España en 2030 habrá un 70% de personas con sobrepeso y un 30% con obesidad.
Se apunta directamente a la reciente crisis económica, ya que es más barato comer mal que seguir una alimentación equilibrada; el marketing que llevan a cabo las industrias alimentarias y las nuevas tecnologías, que potencian excesivamente el sedentarismo, como las causas más importantes de este crecimiento exponencial.
La población española parece alejarse progresivamente de la dieta mediterránea de la que tanto hemos presumido por sus claros beneficios sobre la salud. Cada vez nos alimentamos más de alimentos previamente procesados y los azúcares son excesivamente abundantes en nuestra dieta.
Todas estas conclusiones se pusieron en común en el Congreso Europeo de Obesidad celebrado a principios de este mes de Mayo en la ciudad de Praga. Englobando los pronósticos de otros países el peor resultado se lo llevo Irlanda, concluyéndose que casi un 90% de la población alcanzará el sobrepeso y aproximadamente un 50% llegarán a ser pacientes obesos, seguidos por Gran Bretaña que comparte datos similares.
Actualmente estas previsiones ya forman parte del Proyecto Modelando la Obesidad desarrollado por el Foro de la salud del Reino Unido, la Oficina Europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Comisión Europea.
Por tanto, parece evidente que la prevención del sobrepeso y la obesidad debería ser un punto esencial en las políticas de salud de todos los gobiernos europeos. Sin olvidarnos de la importancia del ejercicio físico junto con la prevención del sedentarismo.
Abordándolo desde el punto de vista de la industria alimentaria muchos gobiernos están planteándose regular con normativas más estrictas la adición de azúcares a los alimentos preparados y vigilar más de cerca la publicidad llevada a cabo por la industria alimentaria.
Evidentemente estos datos no dejan de ser proyecciones pero que si se cumplieran implicarían graves problemas de salud crónicos y concomitantes con el sobrepeso y que implicarían un elevado gasto sanitario que puede ahorrarse con una buena prevención de la salud.