La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) sacó recientemente unas nuevas recomendaciones relacionadas con los niveles de mercurio en los pescados que consumimos.
Para entenderlas, lo primero que debemos saber es qué es el mercurio. Se trata de un elemento químico que puede llegar a los mares por dos vías. En primer lugar, porque pertenece a la propia corteza terrestre y desde allí puede pasar al mar por la erosión del agua y el viento sobre las rocas o a través de las erupciones volcánicas. Como segunda opción, por acción del ser humano a través de vertidos de la industria, la minería o las combustiones fósiles.
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A pesar de que el mercurio puede estar en la naturaleza de diferentes maneras, las más habituales en los mares y océanos y, por tanto, en la cadena alimentaria, son el metilmercurio y el mercurio inorgánico.
El problema radica en que estos compuestos pueden llegar a producir problemas en el sistema nervioso central cuando está en desarrollo, en la función motora o auditiva y/o, en menor medida, dañar a órganos como los riñones, el hígado o el aparato reproductor. En todos estos casos, los grupos de población con más riesgo son las embarazadas o mujeres que puedan estarlo, las que estén dando el pecho (ya que el mercurio puede atravesar la placenta o estar en la leche materna) y los niños de entre cero y diez años (ya que el mercurio puede atravesar la barrera hematoencefálica) por lo que es a ellos a quienes estas nuevas recomendaciones van más dirigidas.
Por otro lado, es importante saber que el mercurio no afecta de la misma manera a todos los pescados ya que su concentración en ellos dependerá del puesto que ocupen dentro de la cadena alimentaria.
De esta manera, los pescados con más acúmulos de esta sustancia serán los depredadores de gran tamaño y con vidas más largas: el pez espada, el tiburón, el lucio y el atún rojo. Por el contrario, los pescados con menos acúmulo de mercurio son el abadejo, la anchoa, los boquerones, los arenques, el bacalao, la bacaladilla, los berberecho, la caballa, el calamar, el camarón, el cangrejo, la cañadilla, el carbonero, el fogonero, la carpa, el chipirón, las chirlas y almejas, el choco, la sepia, la jibia, las cigalas, las coquinas, la dorada, el espadín, las gambas, el jurel, la langosta, el langostino, el lenguado europeo, la limanda, la lenguadina, la lubina, los mejillones, el merlan, la merluza y pescadilla, las navajas, el ostión, la palometa, la platija, la pota, el pulpo, la quisquilla, el salmón, las sardinas, la Sardinela, la sardinopa, la solla, y la trucha.
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Una vez hecha la clasificación, se establece que los grupos de mayor riesgo deben evitar el consumo de pescados ricos en mercurio y consumir 3-4 raciones de cualquiera de los otros a la semana, los adolescentes entre diez y catorce años no deben superar los 120 gr. de pescados clasificados como ricos en mercurio al mes dentro de sus 3-4 raciones de pescado recomendado a la semana y que el resto de la población simplemente variará de pescados para conseguir sus 3-4 raciones semanales recomendadas.

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