La menopausia es un periodo fisiológico normal en la vida de la mujer que no debe considerarse una endocrinopatía a no ser que su comienzo esté inducido por causas externas necesarias como tratamientos contra el cáncer o cirugías de extirpación de útero u ovarios (entre otras) que promuevan una menopausia precoz.  Esta etapa marca el final del periodo reproductivo y el cese irreversible de la función ovárica de la mujer con el descenso drástico de la producción de los estrógenos (12 meses consecutivos de amenorrea). Sus síntomas (también conocidos como climaterio) pueden aparecer antes, durante y después de la instauración de la misma y se caracterizan por:

  • sofocos/bochorno
  • irritabilidad
  • debilidad física y psicológica
  • sudoración excesiva
  • trastornos del sueño
  • ansiedad

Al nacer, nuestros ovarios contienen millones de folículos que comienzan a descender paulatinamente desde nuestra primera regla (menarquia) que se da en la adolescencia. Con el paso de los años y las correspondientes menstruaciones vamos disminuyendo nuestro número de folículos, principales productores de estrógenos (hormonas sexuales femeninas) produciendo finalmente el cese de la regla y la llegada de la menopausia. En esta etapa nuestros ovarios producen cada vez menos estrógenos (a consecuencia del descenso y desaparición de folículos). Nuestro cerebro intenta revertir la situación aumentando los niveles de gonadotropinas, hormona luteinizante (LH) y hormona folículoestimulante (FSH), esperando con ello que aumente el nivel de estrógenos; lo que no se puede dar debido a la falta y atrofiamiento de los folículos restantes.
Estos cambios y desequilibrios en el ciclo menstrual dan lugar a una serie de trastornos en la mujer pre-menopaúsica:

  • Vasomotores. Como bochornos, sudoración, melancolía, debilidad, cefaleas, etc se dan como consecuencia de un desequilibrio entre hipófisis y sistema nervioso autónomo (debido a la disminución de estrógenos) que influirían en los niveles de catecolaminas, reguladoras de la temperatura corporal.
  • Piel y pelo. Va disminuyendo el contenido de colágeno haciendo que la piel se muestre más fina, menos firme (de aspecto más frágil). También puede haber un descenso en el crecimiento del cabello pero aumento del vello facial por circular más andrógenos (hormonas sexuales masculinas).
  • Estructura ósea. con la bajada de los estrógenos hay una pérdida acelerada del hueso, aumentando las probabilidades de osteopenia y osteoporosis.
  • Cardiovasculares. durante la menopausia existe una resistencia periférica a la insulina a consecuencia de la bajada de estrógenos. Esto promueve una obesidad central (abdominal), mayor % de grasa visceral, disminución de los niveles de colesterol HDL (protector) con aumento del colesterol total y triglicéridos. Todo ello conlleva un aumento gradual del peso, así como los niveles de ansiedad.
  • Aparato urogenital. Hay una atrofia de ciertos tejidos (mamas, vejiga) por falta de estímulo estrogénico que puede dar lugar a sequedad vaginal y pérdida de elasticidad. Se puede encontrar también un aumento de incontinencia e infecciones.

Todo lo anterior afecta y condicionan la calidad de vida de la mujer que puede sufrir también una inapetencia o descenso del deseo sexual.
Por ello, el tratamiento en consulta deberá ser de origen multifactorial e individualizado a la sintomatología de la mujer, esperando paliar o mejorar estas características condicionantes de su vida cotidiana.

 

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