La depresión postvacacional cada vez afecta a más personas. La vuelta a la rutina, puede ser muy dura para algunas personas, sobre todo, si hemos estado de vacaciones hasta el último día, y al día siguiente de volver, tenemos que incorporarnos al trabajo y agobios de la vida diaria. Aquí podéis escuchar una entrevista del portavoz de nuestro Instituto Médico de la Obesidad hablando del síndrome postvacacional en Radio Popular:
En estos días, algunas personas presentan síntomas físicos como cansancio, dolor de cabeza, insomnio, molestias digestivas e incluso síntomas psicológicos como irritabilidad, apatía, ansiedad, tristeza y falta de interés que son, según la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), los síntomas característicos del llamado “síndrome postvacacional”. Los excesos alimentarios mantenidos durante el periodo vacacional, afectan en gran medida tanto al estado físico como al emocional. Mientras que estamos de vacaciones, el malestar que pueden producirnos esos excesos, se pasa por alto, ya que estamos distraídos y generalmente pasándolo bien, pero cuando se vuelve a la rutina, esos síntomas que antes pasaban desapercibidos, ahora que hemos vuelto es cuando empezamos a notarlos, haciendo la vuelta un poco más difícil si cabe.
Pero… ¿podemos combatir la pereza y la desgana con una dieta y hábitos adecuados?, te proponemos cinco ideas prácticas para que te sea lo más leve posible.
Planificación del viaje:
Un estudio realizado por TrypAdvisor en 2011 reveló que los Españoles somos los miembros de la Unión Europea que menos síndrome postvacacional tenemos, debido, sobre todo a que un 62% planea el siguiente viaje con antelación para tener un aliciente psicológico. Esa ilusión y las metas aumentan nuestros niveles de dopamina, haciéndonos pensar que después del gran esfuerzo de trabajar, tendremos nuestra recompensa: el próximo viaje.
Por ello, si las próximas vacaciones, nos quedan lejos, podemos planificar actividades más veraniegas los próximos fines de semana, como días de piscina, barbacoas, visitas al campo o a parques temáticos.
No obstante, siempre es recomendable planificar la vuelta unos días antes de reincorporarse al trabajo para realizar una vuelta progresiva a la cotidianeidad de nuestras tareas.
Mantenernos bien hidratados:
Es fundamental que nuestro organismo esté perfectamente hidratado, ya que entre otras cosas, se estima que nuestro cerebro es un 75% de agua, por lo que mantenernos en niveles óptimos de hidratación, hará que nuestras neuronas puedan funcionar a pleno rendimiento.
Utilizar el primer día de trabajo en organizar las tareas:
Nuestro cerebro es como un deportista que cuando deja el entrenamiento unos días, le cuesta más trabajo volver a estar a los mismos niveles que mantiene en época de entrenamiento. Los niveles de acetilcolina, que es el neurotransmisor que influye en la memoria, la concentración y los procesos que requieren mayor esfuerzo intelectual, como cálculo o la creatividad, en estos días se encuentran en concentraciones muy bajas, por lo que nos costará más trabajo concentrarnos y realizar nuestras tareas habituales. Por ello, es recomendable, utilizar el primer día de trabajo a organizar nuestras tareas en orden de importancia y tiempos de entrega. Así romperemos poco a poco el bloqueo y la sensación de estrés que puede provocarnos tener muchas tareas pendientes por hacer, y además haremos que poco a poco nuestros niveles de acetilcolina vuelva a la concentración que nos permita estar a máximo rendimiento.
Cuidar la alimentación:
El cerebro consume entre un 15% a un 20% de nuestra energía diaria que principalmente proviene de la glucosa. Por ello, necesitamos ingerir alimentos que nos proporcionen energía de forma estable y elegir bien los azúcares que ingerimos. Además es importante incrementar los alimentos que contienen vitaminas del grupo B y ciertos oligoelementos como magnesio y zinc. Todo ello conllevará mejorar nuestro estado físico y psicológico.
Las frutas, las verduras y los hidratos de carbono, son nuestra principal fuente de energía. Entre ellos, debemos escoger los que tienen un menor índice glucémico, es decir, que cuando los digerimos, aportan glucosa de forma lenta y constante en vez de forma brusca como lo harían los azúcares refinados.
Por ello, debemos de elegir hidratos de carbono en su forma integral porque aportan más del doble de vitaminas y minerales que en las versiones no integrales. Es conveniente consumir arroz y pasta o el pan integral en la primera mitad del día, entre en desayuno y la comida, porque es cuando nuestro organismo demanda más energía.
Las frutas y verduras de bajo índice glucémico, darán un apoyo imprescindible a los hidratos de carbono. Las frutas que mejor nos vendrían para este síndrome postvacacional serían las cerezas, peras, pomelo, naranja, nectarina, melocotón y la manzana y en el caso de las verduras serían los espárragos, espinacas, lechuga, pepino, calabacín, coliflor, pimientos, champiñones, setas, calabaza, cebolla cruda o tomates.
Además, estaría muy bien incluir en nuestra dieta alimentos como almendras, soja, pavo y las alubias secas que son ricos en glutamina. La glutamina, es un aminoácido que tiene la particularidad de ser una fuente de energía para el cerebro y un elemento esencial en la metabolización de ciertos neurotransmisores, que son moléculas que transmiten la información entre una neurona y otra. Esto conseguirá que nuestro cerebro esté en poco tiempo trabajando a al 100%.
Hacer tres horas semanales de ejercicio:
Un estudio de la Universidad de Huelva en 2011 en el que se aplicó un programa de actividades deportivas a pacientes con trastorno bipolar, demostró que la actividad física regular, mejora también los niveles de ansiedad, depresión y socialización.
Muchas veces, es la monotonía la culpable de llevar un estilo de vida principalmente sedentario. Hay que intentar abrirse a la diversidad de actividades que podemos realizar. Incluso con salir a dar un paseo todos los días a buen ritmo nos puede ayudar a salir de ese sedentarismo que tan mal nos sienta.
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