La dispepsia es un trastorno digestivo que puede manifestarse con dolor, molestia, distensión abdominal, saciedad temprana, plenitud tardía, eructos, náuseas, y vómitos en la parte central del hemiabdomen superior.
Su padecimiento afecta negativamente a la calidad de vida, la productividad y la asistencia al trabajo, además del sobrecoste socio-sanitario que produce, pues se calcula que su incidencia ronda entre los 22-56% y de éstos tan solo el 20-30% están diagnosticados.
Hay una serie de factores predisponentes que deberemos tener en cuenta si somos ese porcentaje de población afectada:
- Edad. La prevalencia de la dispepsia disminuye con la edad pero en muchos casos aumentan los síntomas.
- Alimentación. Una dieta pobre en fibra, frutas y verduras y rica en féculas, especias promueven la aparición de los síntomas, que además empeoran con unos malos hábitos alimentarios tales como masticar rápido, tener desorden en las comidas, tiempo destinado a las mismas, etc.
- Estrés. Sentimientos como la ansiedad, depresión o el miedo pueden causar diversas alteraciones motoras o secretoras en el aparato digestivo que dan lugar a molestias.
- Sobrepeso/Obesidad. Conjuntamente con el sedentarismo, el tener un exceso de peso condiciona la correcta distensión/relajación de la pared abdominal, lo que conlleva un aumento en la acumulación de los gases y sensación de pesadez, estreñimiento y/o gases.
- Tóxicos. El consumo crónico de alcohol, tabaco y ciertos medicamentos como los AINES (antiinflamatorios no esteroideos)
Una vez conocidos nuestros hábitos y datos clínicos contrastados por el profesional correspondiente se podrá hacer un diagnóstico según el cumplimiento de una serie de criterios Roma:
Datos clínicos que conducen a sospecha | Síntomas que indican dispepsia |
Edad superior a 45 años al comienzo de los síntomas Vómitos Pérdida de peso Sintomatología nocturna Disfagia Anemia |
Buen estado general Distensión abdominal Dolor difuso no nocturno Peso estable o aumento reciente Nauseas Síndrome de colon irritable Clínica no episódica |
El tratamiento más efectivo consistirá en primer lugar en prescindir de aquellos alimentos que nos producen malestar así como el abandono del alcohol y hábito tabáquico, así como recudir el peso en caso de ser necesario.
Además, las comidas deberán establecerse con un horario regular y organizado, en un ambiente tranquilo y no estresado, que promueva una ingesta sin prisas, evitando alimentos hipertónicos (o muy dulces o muy salados), alimentos flatulentos, grasas y fritos.
El estrés deberá tratarse desde el ámbito psicológico, optimizando distintas técnicas de relajación y ejercicio físico.
Por último y si no existe una mejoría de los síntomas, podremos recurrir al tratamiento farmacológico como los antiulcerosos y procinéticos (estimulan la motilidad del estómago e intestino).