Diversos estudios indican que ninguna persona es demasiado vieja para desarrollar una enfermedad celíaca, ya que el celíaco no sólo nace siéndolo, sino que puede adquirirse la enfermedad a lo largo de la vida.
La enfermedad celíaca, es una enfermedad autoinmune que se caracteriza por una inflamación crónica de la parte próxima del intestino delgado llamada yeyuno, causada por la exposición a la gliadina que es una proteína vegetal que se encuentra en algunos cereales.
Esta gliadina es uno de los componentes del gluten (proteína que se encuentra en el trigo, la cebada, el centeno, el triticale, el kamut, la espelta y posiblemente la avena). Cuando el organismo de los celíacos detecta la presencia de la gliadina, la enzima transglutaminasa tisular la modifica y se genera una reacción inflamatoria de las vellosidades intestinales que recubren el intestino causando interferencias en la absorción de nutrientes.
Es un trastorno que aparece en personas genéticamente predispuestas, de todas las edades, aunque clásicamente se presenta en la niñez, entre los 9 y los 18 meses y en la edad adulta entre los 30 y los 50 años. Es decir, al ser una enfermedad autoinmune, nuestro organismo puede desarrollarla en cualquier momento de nuestra vida.
¿Cómo se diagnostica?
La celiaquía se manifiesta con diversos síntomas que incluyen la mala digestión (dispepsia), diarreas o constipación, aftas bucales, anemia por falta de hierro (ferropénica), dificultad para aumentar de peso, descalcificación de los huesos (osteoporosis), retraso en el inicio de la pubertad, menopausia precoz, infertilidad, abortos espontáneos recurrentes, retardo del crecimiento intrauterino, a veces incluso, los síntomas son tan atípicos que es muy complicado su diagnóstico, por ejemplo, a veces sólo se manifiesta con depresión. Todas estas manifestaciones se deben al trastorno en la absorción intestinal de los diferentes nutrientes.
Si el diagnóstico se retrasa o no se realiza el tratamiento adecuado, suelen existir con frecuencia severas deficiencias nutricionales, osteoporosis, neoplasias, linfomas intestinales y carcinomas del tubo digestivo.
Cuando se sospecha de enfermedad celíaca, debemos realizar las siguientes pruebas:
Análisis de sangre: pone de manifiesto ciertas alteraciones como anemia por falta de hierro, alteraciones en el colesterol, déficits de vitaminas, etc… que pueden indicar la alteración en la función intestinal.
Marcadores en sangre de la enfermedad celíaca: existen una serie de marcadores que indican la posibilidad de padecerla enfermedad celíaca. Los más conocidos son los anticuerpos antigliadina y los anticuerpos antiendomisio. También son utilizados los anticuerpos antirreticulina y más recientemente, los anticuerpos antitisulares antitransglutaminasas tisular (AtTg). Aunque las características son diferentes para cada uno de ellos, en general, podemos decir que:
- Permiten «detectar» un gran número de posibles casos de enfermedad celíaca.
- Son útiles para el seguimiento de la enfermedad, ya que se normalizan progresivamente cuando se inicia el tratamiento, y vuelven a elevarse sí se reintroduce el gluten.
- Sin embargo, no detectan todos los casos de enfermedad celíaca y además, pueden elevarse en otras enfermedades. Por eso, para establecer el diagnóstico de enfermedad celíaca, es imprescindible realizar una biopsia intestinal.
Biopsia intestinal:
Consiste en la extracción de un trozo de la mucosa intestinal de la zona más superficial del intestino, para estudiar al microscopio posibles alteraciones. El problema es que la inflamación y destrucción de las vellosidades intestinales que produce esta enfermedad, no se extiende de manera uniforme por todo el intestino, por lo que si el resultado de la biopsia es negativo, no quiere decir necesariamente que no se padezca la enfermedad celíaca, porque se puede haber cogido una parte del intestino que no esté menos inflamado.
Tratamiento:
El único tratamiento realmente efectivo es la dieta totalmente exenta de gluten.
Como ya hemos dicho, el gluten está presente en el trigo, cebada centeno y a veces debido a la contaminación cruzada en la avena.
Por lo tanto, no hay que consumir, ningún tipo de alimento que esté preparado con alguno de estos cereales. La intolerancia al gluten de los celíacos, es tan grande, que incluso si cortamos pan con un cuchillo y después con ese mismo cuchillo cortamos un filete, ese filete ya está contaminado con gluten (por lo que se conoce como contaminación cruzada) y le produciría inflamación intestinal al celíaco que lo consumiera.
Pero el problema no queda ahí, ya que muchos alimentos de origen industrial como jamón cocido, salchichas y otros muchos preparados, utilizan el gluten en su composición como aglutinante, gelificador o conservante, con lo que los celíacos deben de leer las etiquetas de todos los productos que consuman con el fin de evitar ingerir alimentos que tengan gluten en su composición.
Existe un estudio del CSIC que tiene como objetivo eliminar la gliadina del trigo para silenciar su expresión a través de la inclusión en células de trigo convencional de determinados genes que la inhiben, que daría lugar a un trigo transgénico que no les cause problemas a los celíacos. Pero esa investigación aún está en desarrollo.
No obstante, hasta la fecha, lo único que funciona es la exclusión total del gluten en la dieta.
En el Instituto Médico Europeo de la Obesidad, realizamos un test genético por el cual se puede saber si se padece alguna intolerancia alimentaria y poner el tratamiento más adecuado antes de que suframos las consecuencias.
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